Ubicada en el centro de la ciudad (La Paz, Baja California Sur), frente al jardín Velasco, la Catedral de Nuestra Señora de La Paz fue construida de 1861 a 1865 por orden del Obispo Juan Francisco Escalante y Moreno, es sede de la Diócesis de la entidad y casa de la patrona del lugar, La Virgen de La Paz.
Originalmente fue una pequeña misión fundada en 1720 y a quien se veneraba era a Nuestra señora del Pilar. En el año de 1749, por dificultades propias en la administración de la misión y la falta de indios para catequizar, aunados a las enfermedades que hicieron estragos entre la población nativa, se determinó suspenderla y trasladar a la virgen del Pilar a la misión que se había establecido en la población de Todos Santos en 1733 y donde se veneraba a la virgen de Santa Rosa de las Palmas.
En 1835 el pueblo de la Paz ya contaba con cerca de 800 habitantes y participó en la recaudación de fondos y la propia autoridad municipal ordenó, en 1837, que los presos ayudaran en la obra.
Existe un dibujo hecho por un militar norteamericano en 1847 donde se ubica a la iglesia a un lado de la casa del gobierno, además de la residencia del jefe político Francisco Palacios Miranda. El lugar parece el mismo donde actualmente se encuentra la catedral, frente al jardín Velasco y enseguida la llamada en ese entonces “Casa de Gobierno”.
Fue en los años de 1837 a 1838 cuando se inició el culto a la virgen de La Paz. Después, en el año de 1850, se inició otro proyecto para construir una nueva iglesia, y en 1861, el obispo Juan Francisco Escalante y Moreno inició la construcción de la iglesia que conocemos actualmente con el nombre de Catedral de Nuestra Señora de La Paz.
De estilo neoclásico sobrio en el exterior, presenta una sencilla fachada y dos torres, las cuales fueron erigidas respectivamente en 1910 y 1920. Su fachada es sencilla y en su interior se puede admirar una réplica del sagrario de la Basílica de San Pedro en Roma.
El recinto presenta una curiosa imagen construida con cantera, en la que resalta la sobria influencia de la arquitectura misional desarrollada en la región, aunque también muestra un adusto estilo neoclásico y guarda semejanza con los templos norteamericanos. En su interior conserva algunas pinturas y retablos barrocos del siglo XVIII que proceden de varias de las misiones que fueran fundadas por los frailes jesuitas, hoy en ruinas o desaparecidas.
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