Raíces ancestrales que nutren el presente y el futuro
- Viajando Con Sabor
- hace 4 días
- 3 Min. de lectura

Cada 22 de agosto se celebra el Día Mundial del Folclore, una fecha que reconoce y honra la riqueza cultural, las tradiciones y los saberes ancestrales que conforman la identidad de pueblos y comunidades alrededor del mundo. El término “folclore” fue acuñado en 1846 para describir el conocimiento popular transmitido oralmente, incluyendo relatos, música, danzas, artesanías y prácticas cotidianas que guardan la memoria y cosmovisión de generaciones. Entre estas, la comida y la bebida tradicional tienen un lugar especial, pues reflejan la historia y el entorno natural de un pueblo, así como sus creencias, valores y formas de convivencia, siendo un pilar fundamental del patrimonio cultural vivo.
En México, este día cobra especial relevancia al ser un país con una diversidad cultural profunda y vibrante, donde las tradiciones siguen vivas en cada región y se entrelazan con la vida cotidiana. En comunidades como las mazahuas del Estado de México y en poblaciones rurales de Yucatán, donde tiene presencia Saber Nutrir, el programa de Responsabilidad Social de Grupo Herdez, el folclore se manifiesta en expresiones artísticas, en la relación con la tierra, la alimentación y el cuidado comunitario.
Desde esta perspectiva, el folclore no es sólo un patrimonio cultural, sino una fuente de conocimiento que ha permitido preservar prácticas agrícolas ancestrales, como el cultivo sostenible, el cuidado del maíz y la crianza de animales. En Saber Nutrir el trabajo conjunto con estas comunidades valora y respeta estos saberes, entendiendo que el desarrollo sostenible y la autosuficiencia alimentaria parten de fortalecer esas raíces culturales.
Los proyectos que impulsa el Programa —como huertos, gallineros e iniciativas apícolas— están impregnados de estas tradiciones. Más allá de ser un plan técnico, representan una continuidad de un legado que las familias mantienen vivo con orgullo. Esta intersección entre tradición y modernidad es clave para promover no sólo la nutrición, sino también la identidad y el bienestar integral de las comunidades.
Una manifestación emblemática de esta riqueza cultural son las bebidas tradicionales que acompañan las celebraciones y la vida diaria. En las comunidades mazahuas del Estado de México, el sendecho es una bebida fermentada elaborada a partir del maíz germinado, que simboliza la conexión entre la tierra, la comunidad y la celebración de la vida. Su elaboración cuidadosa y paciente refleja el valor del tiempo y el conocimiento ancestral.
Receta tradicional de sendecho

• 2 tazas de maíz seco
• Agua suficiente para remojar y fermentar
• Azúcar o piloncillo al gusto (opcional)
Procedimiento:
Lava y remoja el maíz en agua limpia durante 2-3 días, cambiando el agua diariamente.
Escurre y deja germinar el maíz en un lugar fresco y oscuro hasta que brote una raíz pequeña (2-3 días).
Muele el maíz germinado hasta obtener una masa espesa.
Mezcla la masa con agua y deja fermentar a temperatura ambiente de 2 a 4 días, cubierto con tela.
Cuela el líquido, endulza al gusto y refrigera antes de servir.
Receta tradicional de pozol

En contraste, en Yucatán, el pozol es una bebida refrescante y nutritiva, preparada con masa de maíz nixtamalizado y cacao, que ha acompañado a las comunidades mayas durante siglos. Es símbolo de identidad y resistencia cultural que se disfruta en días calurosos y en festividades, reforzando la unión social.
• Masa de maíz nixtamalizado
• Cacao molido o en polvo
• Agua fresca
• Azúcar o miel al gusto (opcional)
Procedimiento
Disuelve la masa de maíz en agua hasta formar una mezcla líquida.
Añade el cacao molido y mezcla bien.
Endulza con azúcar o miel si deseas.
Sirve frío y disfruta como bebida refrescante y nutritiva.
Celebrar el Día Mundial del Folclore es reconocer que el conocimiento popular tiene un valor tangible en la construcción de un futuro más justo y sostenible. Fortalecer y preservar estos saberes permite que las comunidades sigan nutriendo a sus familias, sus tierras y su cultura, consolidando un vínculo profundo que va más allá de la alimentación.
Así, nutrir nuestras raíces culturales es también nutrir a las personas y los territorios que las albergan, promoviendo un vínculo que fortalece la cohesión social y el respeto por la diversidad.
Comentários